El arte es luz que se enciende en la infancia
Las artes como la infancia utilizan dos recursos fundamentales para expresarse, que son la emoción y los diferentes lenguajes comunicativos, otras formas de entrar en contacto con el mundo circundante que se desarrollan en los ámbitos artísticos y que constituyen los cien lenguajes de la infancia.
Durante el periodo de edad que va desde los 0 a los 6 años, los niños aprenden haciendo, ese hacer se refiere a la acción efectiva, al pensamiento que actúa, es decir, a la posibilidad de pensar mediante el movimiento de descubrir y experimentar a través de la manipulación de los objetos y los materiales.
Los niños son por naturaleza artistas o inventores, poetas y músicos. La creación artística abre la vía para el aprendizaje de todo tipo de conocimientos y habilidades.
El arte no es solo una práctica o un producto, sino una manera particular de mirar el mundo, de sentir el mundo y de formar parte de ese mundo que el artista decide adoptar.
Asimismo, aporta otro valor fundamental para el incremento del bienestar social, que es el hecho de promover el desarrollo de personas vitales, felices y motivadas, que se sienten capaces de tomar iniciativas y de hacer sus propios descubrimientos, y de disfrutar además con ello, aumentando la seguridad en sí mismos y la autoestima.
La educación artística conecta con las necesidades y los intereses de la primera infancia, comprende y comparte sus lenguajes comunicativos y expresivos. El arte es acción, movimiento, expresión, pensamiento, investigación, exploración y comunicación. Es entrar en contacto con uno mismo, con el espacio, el tiempo, los objetos y los demás.
Para la infancia y toda la comunidad educativa, las artes pueden introducir elementos extraordinarios en la construcción de las estructuras afectivas que organizan los ritmos colectivos y los rituales estéticos. Para ello, la escuela construye no solo un proyecto educativo, sino también cultural. En el ámbito de las artes, los niños y niñas aprenden a simbolizarse mediante la inmersión en los procesos de vida.
Así, las formas de expresión de las artes sitúan a la infancia en contextos significativos donde se da trascendencia a los acontecimientos y descubrimientos que los niños y niñas realizan, como una forma de visualización del proyecto de aprendizaje y son el escenario idóneo para reconocer sus capacidades de transformación. El educador facilita e identifica, de esta manera, la construcción de las vías de acceso a la experiencia estética infantil como hecho de vida y cultura. Todo ello mediante la inmersión en los procesos de vida.
El arte es luz que se enciende en la infancia
extraído desde https://www.oei.es/historico/educacionartistica/primerainfancia/introduccion.phpa
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